viernes, enero 20, 2012

Megaupload: Algo hay que decir

Ayer se conoció la noticia de la clausura del servicio de archivos compartidos de Megaupload a partir de una intervención del Gobierno de Estados Unidos. La noticia se propagó rápidamente en las redes sociales generando múltiples reacciones. Todas ellas tienen en común el repudio a la acción gubernamental, aunque cada una muestra diferentes motivaciones.
Como saben quiénes me conocen personalmente, nunca he defendido ni sostendré el derecho al intercambio y visualización de archivos protegidos con derechos de autor, cuando quienes favorecen ese intercambio lucran a costa de la obra y el trabajo de autores y creadores a quienes muchas veces ni siquiera reconocen su autoría.
Tampoco defiendo ni sostengo la intangibilidad del negocio carente de ética y moral que realizan editoriales y distribuidoras. Son organizaciones que generan inmensos negocios de los cuales los legítimos autores reciben migajas que están libradas a su arbitrio y discreción. Y saben también que rechazo por mentirosa la afirmación de que editoriales y distribuidoras son hoy necesarias para que se conozca la obra de un creador.
Pero creo que también los derechos de autor tienen sus límites. Quienes publicamos cualquier texto hoy en Occidente, nos estamos parando sobre los hombros de más de 5000 años de cultura de los cuales somos hijos y tributarios. Estas líneas mismas abrevan en muchos artículos y posts que leí en los últimos días y en muchos años de interés en el tema. Los derechos de autor no pueden ser irrestrictos, ilimitados y eternos, pues de lo contrario ataríamos el corazón de nuestra cultura y mutilaríamos su progreso.
Sin embargo, creo que intervenciones autoritarias como la de ayer contra Megaupload deben ser claramente repudiadas por indiscriminadas, violatorias de legítimos derechos, y porque no son una solución real al problema que se pretende resolver.
Megaupload no sólo alojaba material protegido por propiedad intelectual como películas, música o libros. También alojaba mucho material generado por sus propios autores, documentos, videos y música propiedad íntegramente de los titulares de las cuentas. 
No sólo se utilizaba para compartir públicamente archivos sobre Internet. Somos muchos los que utilizamos servicios como ese para respaldar nuestros propios archivos, para mantenerlos en la "nube" y poder accederlos desde cualquier sitio, sin ninguna violación de derechos de nadie ya que son materiales íntegramente de nuestra propiedad. 
¿Quién garantiza nuestro derecho a la propiedad de esos archivos que han quedado "presos" en esta medida?
¿Quién garantiza nuestro derecho a la privacidad de nuestras fotos y videos? ¿Quién garantiza nuestro derecho a compartirlos con quién queramos y cuando queramos?
En este punto creo que debo coincidir con quienes sostienen que acciones de este tipo, del mismo modo que la ley SOPA, PIPA o Sinde, no tienen el objetivo de proteger legítimos derechos de autor (si, creo que ese es un derecho legítimo). Parecen más bien acciones que tienden a asegurar y proteger el negocio jurásico que durante años han desarrollado editoriales y distribuidoras, y que les permite controlar qué se lee, qué se escucha y qué se mira. De este modo se pervierte el ejercicio del poder público para proteger el negocio de algunos, en perjuicio del derecho a la privacidad y el conocimiento de todos.
Pero lo que más duele, es que quienes formamos la base de Internet, los usuarios, reaccionamos y procuramos defender los ideales fundacionales de la Red. Pero quienes la constituyen estructuralmente: service providers, servicios de alojamiento, etc. se mantienen en silencio y no accionan (al menos públicamente) sobre este tema.
Ténganlo presente, hoy vienen por nuestros archivos y nuestros derechos; mañana vendrán por vuestros negocios.

1 Comments:

At 1:07 p.m., Anonymous Juan Quintero said...

Completamente de acuerdo señor Gerometta. Soy seguidor de su sitio web sobre sectas y he leído sus libros. Me parece justo lo que dice acerca de los autores y lo pulpo que son algunas (por no decir la mayoría) de las editoriales. A su comentario lo suscribo.

 

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